Hoy tomamos rumbo a una ciudad
que despierta opiniones de todos los gustos pero que, de una forma u otra, no
deja a nadie indiferente. Quizás sea por el paso de los años reflejados en sus
edificios, las paredes de color pastel, su riqueza arquitectónica, antiguos
automóviles o la alegría que se respira en sus calles...
Les hablamos de una capital
fundada por españoles, salpicada por varias guerras, con una situación política
controvertida hasta la actualidad pero que se caracteriza por ser un lugar con
duende y ritmo entre sus habitantes.
Les hablamos de la Llave del
Nuevo Mundo o más conocida como La Habana...
El principal atractivo de esta
ciudad es, sin duda, su zona más antigua llamada La Habana Vieja donde se
pueden apreciar la mezcla de estilos arquitectónicos y de diferentes
influencias como la española, la británica, la francesa o la estadounidense. La
restauración de iglesias, fortalezas y otros edificios históricos la han
convertido en una de las zonas más turísticas de La Habana, pero además la vida
en esta parte de la capital es bastante activa por la actividades que se llevan
a cabo en sus calles como presentaciones artísticas, ferias de artesanía o
mercadillos.
Una de las peculiaridades más
demandadas de la Habana es la importancia de sus fortalezas. Concretamente uno
de los símbolos de la ciudad es el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro,
desde el cual se puede contemplar una de las vistas panorámicas más bonitas del
litoral habanero. En su interior, los salones acogen actividades culturales
para visitantes así como restaurantes donde disfrutar de este complejo
arquitectónico y su ubicación.
Históricamente también fue de especial importancia la existencia de este
Castillo construido en el siglo XVII ya que servía como fortaleza de vigilancia
y protección ante los acechos continuos de piratas y corsarios. Almacenes,
calabozos, cuarteles, aljibes y un profundo foso conviertieron el Castillo del
Morro en la principal Defensa del puerto habanero hasta la construcción de la
Cabaña, otra fortaleza con gran relevancia histórica en La Habana.
La Fortaleza de San Carlos de Cabaña es un complejo militar situado en
la entrada de la Bahía de La Habna que también defendía a la ciudad de
cualquier ataque enemigo o pirata. En esta edificación militar se alojaban las
mejores unidades del ejército español en Cuba durante las luchas
independentistas del siglo XIX. En la actualidad, este edificio es un museo en
el que se exponen documenmtos y testimonios del Che Guevara, además acoge
actuaciones nocturnas para visitantes en las que los soldados vestidos con
atuendos al estilo del siglo XVIII recrean cañonazos de la época.
Otro lugar de
interés que no pueden dejar de ver si visitan la Habana es el Capitolio, uno de
los inconos arquitectónicos de la Habana considerado el edificio más imponente
de la ciudad. Con fachada acolumnada neoclásica y cúpula de más de 90 metros de
altura, este edificio guarda un parecido considerable con el Capitolio de los
Estados Unidos en el que está inspirado. En la actualidad es sede del
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y de la Academia de Ciencias
de Cuba.
En
su interior se pueden encontrar una gran riqueza artística con mobiliario,
lamparería y herrajes, además de paneles escultóricos y pinturas murales y
lienzos de artistas muy significativos.
Pero
no es su patrimonio artístico el único atrayente de la capital cubana. Muchos
visitantes coinciden en que La Habana es un lugar especial en el que se respira
una forma de vida distinta al resto de lugares.
Sin embargo, si
retrocedemos en el tiempo, La Habana también guarda recuerdos de momentos muy
tensos con el desencadenamiento de la Revolución Cubana, uno de los hitos más
importantes de la historia de América. Este hecho histórico supuso un cambio
político y social absoluto en Cuba que provocó la caída de la dictadura del
general Fulgencio Batista y la llegada al poder de Fidel Castro y su movimiento
de izquierda. Un régimen, considerado totalitario por los adversarios y acudado
de violar algunos derechos básicos de la población como la libertad de
expresión, la libertad de circulación o la libertad económica. Sus defensores,
por el contrario, otorgan a este régimen revolucionario toda una serie de
logros frente a otros estados como el descenso de la mortalidad infantil o el
fin del analfabetismo.
La Plaza de la
Revolución es el lugar clave donde se reúne el pueblo cubano para marchas
multitudinarias donde Fidel Castro se ha dirigido varias veces a los
asistentes. Como curiosidad, esta plaza es una de las más grandes del mundo con
72 mil metros cuadrados y en ella podemos ver el Monumento a José Martí o la
conocida imagen del Che Guevara hecha un relieve escultórico.
Y de la historia
pasamos a la producción cubana, caracterizada por las plantaciones de tabaco,
caña de azúcar o tubérculos, productos típicos que, junto a otros muchos, enriquecen esta gastronomía que no es más que la fusión de costumbres de cocina
española, africana y caribeña.
En la Habana se pueden
degustar platos tan suculentos como el arroz con frijoles o platanos fritos, lo verdaderamente
característico de esta zona son los conocidos mojitos que se pueden tomar en
muchas de las terrazas de la Habana aunque uno de los más populares que pueden
probar se hacen en la Bodeguita del Medio, un bar muy frecuentado desde
mediados de siglo por bohemios, artistas y turistas. Y es que la comida
tradicional cubana se encontrar a pie de calle en negocios dedicados a ello o
particulares que abren las puertas de su casa para los turistas.
Seguro
que alguna vez han escuchado las similitudes que presenta La Habana con Cádiz,
y es que todo aquel que la visita destaca el parecido tan espectacular que
guardan ambas ciudades. Ambas crecen a la orilla del Oceano Atlántico y cuentan
con fortificaciones que las defendieron de los ataques enemigos. Solo hay que
comparar dos fotografías del Castillo de Santa Catalina y el Castillo del Moro
para comprobar las estructuras tan semejantes. Además, ambas catedrales
construidas en fechas cercanas tienen fachadas del mismo estilo arquitectónico.
Pero... si realmente queremos apreciar el parecido entre Cádiz y La Habana, es
suficiente contemplar las avenidas junto al mar de ambas ciudades: el Malecón
habanero con el Campo del sur gaditano, recorridos con la misma calma que
concede un largo paseo de atardecer entre la brisa marinera y el susurro de las
olas.
Y es que... como
decía la canción... La Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz es La Habana
con más salero...
Sin duda, La Habana condensa
en pocos metros cuadrados la influencia de varias culturas, el transcurso del
paso del tiempo y el ritmo de la música en sus calles. Son estas las razones
por las que todo aquel que visita la ciudad comprueba que allí la vida sigue
inmune al desaliento, la pícara y siempre con una sonrisa entre sus habitantes.
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